Hipertensión en el embarazo

Los cuidados preventivos de los casos de hipertensión en el embarazo son imprescindibles, para evitar la preeclampsia o que ésta derive en una eclampsia.

 

La presión arterial, en las embarazadas y en el resto de la población, se define como la fuerza que ejerce la sangre en el interior de las arterias. Cuando esa presión se eleva en exceso, se padece hipertensión. Puede ocurrir que algunas mujeres sean hipertensas con carácter previo al embarazo, es la llamada hipertensión crónica. En estos casos, es importante adoptar una serie de cuidados y tratamientos, para un buen desarrollo gestacional. En otras ocasiones, las embarazadas hipertensas lo son por inducción de la propia gestación. A esta patología se le denomina PIH o hipertensión inducida por el embarazo.

 

Las gestantes o embarazadas hipertensas y los fetos corren riesgos importantes, si no se adoptan los cuidados necesarios, para este tipo de alteraciones de la presión arterial durante los nueve meses de embarazo. Se estima que casi el 10% de las embarazadas sufren algún grado de hipertensión. Para medir la tensión arterial se toman como referencias dos valores, el superior o presión sistólica y el inferior o presión diastólica. Cuando se superan los 140 en la primera o los 90 en la segunda, estamos ante casos de hipertensión arterial.

 

Es habitual que, durante el segundo trimestre de embarazo, las embarazadas sufran descensos, en ocasiones acusados, de la presión arterial. Por el contrario, a partir de la semana veinte de gestación, la tensión asciende y es cuando hay que tomar mayores medidas y cuidados. Sin embargo, las mujeres con hipertensión crónica son aquellas con presión elevada antes del embarazo, que se mantiene durante el mismo y continúa tras el parto. El mayor cuidado que deben tener estas mujeres embarazadas con hipertensión es consultar al médico antes de quedar en estado. Con un correcto control farmacológico, las gestantes hipertensas crónicas pueden disfrutar de embarazos saludables y sin problemas. Sin embargo, alrededor del 25% de las embarazadas, con presión arterial elevada crónica, pueden desarrollar una preeclampsia, una variedad de PIH.

 

Las embarazadas hipertensas por inducción del embarazo pueden sufrir dos tipos de PIH, la precitada preeclampsia y la hipertensión gestacional, que se diferencia de la anterior por la ausencia de proteínas en la orina. Ambas tienen lugar tras la semana veinte de gestación. Es fundamental adoptar los cuidados precisos, para evitar este tipo de cuadros de tensión arterial elevada durante el embarazo. Los síntomas más evidentes de la preeclampsia son:

 

  • Aparición de edemas o hinchazón de manos y cara.
  • Aumento de peso.
  • Vista borrosa.
  • Dolores agudos de cabeza.
  • Mareos.
  • Dolores estomacales.

 

En las gestantes hipertensas, si no se adoptan los cuidados necesarios, las consecuencias de este tipo de elevaciones de la presión arterial llegan a ser devastadoras para el feto. Puede producirse un retraso en el crecimiento del mismo, desprendimientos de la placenta, hemorragias y shocks, con grave peligro también para la madre. Las preeclampsias pueden evolucionar hacia eclampsias, en las que aparecen convulsiones y se entra en estado de coma. Por fortuna, son situaciones poco frecuentes si se adoptan los cuidados oportunos.

 

La única cura para la preeclampsia es el parto. A veces, cuando el problema es grave, el feto está maduro y restan pocas semanas de gestación, se induce el nacimiento. Eso sí, antes de tomar la decisión debe realizarse un estudio completo con las siguientes pruebas y cuidados:

 

  • Analíticas de sangre y orina.
  • Monitorización fetal.
  • Evaluación del fondo del ojo.
  • Análisis del estado general del feto y de la madre.
  • Ecografía obstétrica.

 

Estas pruebas se realizan cada poco tiempo, hasta que se considere viable la provocación del parto. Si la preeclampsia es leve, deben adoptarse los siguientes cuidados:

 

  • Reposo en cama.
  • Control de la tensión arterial.
  • Dieta rica en proteínas.
  • El Diacepam o Sulfato de Magnesio debe administrarse para evitar posibles convulsiones.






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